En pleno siglo XXI hay una historia propia y aún sin explorar de la mujer en su relación con los libros. A día de hoy hay un camino largo y virgen, aún por investigar, que las entrelaza a ellas, a las mujeres de todo el mundo y de todos los tiempos, con el hábito, el placer y la oportunidad de leer. 
 

No nos engañemos: la historia del libro desde el prisma masculino e históricamente dominante ha ocultado, escondido y tapado una curiosa evolución que une a la mujer con la lectura, que nos ayuda a comprender el papel que han tenido las letras impresas en la formación de la identidad femenina a lo largo de los siglos. Y sobre eso tratan estas charlas: un recorrido por la Historia del Libro en relación a ellas, a las lectoras. ¿Cómo y cuándo se les permitió acercarse a los libros? ¿Qué leían y de qué forma? ¿Se les permitía elegir sus lecturas? ¿Por qué los libros los heredaban las mujeres en la Edad Media? ¿Por qué las japonesas, durante varios siglos, sólo podían leer libros escritos por mujeres? ¿Por qué su relación con la lectura era diferente? ¿Tenían que esconderse las mujeres para leer? ¿La Historia ha invisibilizado a las mujeres escritoras y también a las lectoras? Ahí, justo ahí, en esas preguntas está la clave para conocer un aspecto inédito hasta ahora, el de ese lento romance entre la mujer y la lectura.

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Y en estas conferencias no hablaremos sólo de Madame Bovary o de la Regenta, de las hermanas Brönte, de Jane Austen o de Virginia Woolf sino, sobre todo, de las lectoras, de esas mujeres anónimas que se fueron apoderando de la lectura como una forma de rebelión, de esas mujeres calladas, cuyos nombres nunca conocerá la Historia, que perseveraron en su amor por libros y que con ese compromiso cambiaron el destino de las generaciones venideras. Será una conferencia apta para todos los públicos sobre el poder transformador de la lectura (a nivel personal y social) y sobre un aspecto desconocido hasta ahora de los libros: su relación con las mujeres. Existen ya numerosos estudios que reivindican a las mujeres escritoras —a ésas que tuvieron que firmar sus obras como anónimas, inventarse un pseudónimo masculino o buscarse un marido que figuraría como autor—, pero no existe ni una sola investigación que ponga el foco sobre las mujeres lectoras, que le den la importancia que tuvieron esas ciudadanas que decidieron apropiarse del arte de leer.